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Cuando era niña miraba por la ventana de mi habitación a las orugas; las envidiaba tanto. Da igual lo que fueran antes, da igual lo que les pasara, podían esconderse y convertirse en estas hermosas criaturas que podían volar completamente intactas.
Cuando era niña miraba por la ventana de mi habitación a las orugas; las envidiaba tanto. Da igual lo que fueran antes, da igual lo que les pasara, podían esconderse y convertirse en estas hermosas criaturas que podían volar completamente intactas.