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Pero recuerda que el perdón también es un poder. Pedirlo es un poder, y negarlo o concederlo es un poder, quizá el mayor. Quizá nada de esto tenga que ver con el control. Quizá no se trate realmente de quién puede poseer a quién, quién puede hacer qué a quién y salirse con la suya, incluso hasta la muerte. Quizá no se trate de quién puede sentarse y quién tiene que arrodillarse o levantarse o tumbarse, con las piernas abiertas. Quizá se trate de quién puede hacer qué a quién y ser perdonado por ello. Nunca me digas que es lo mismo.