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  • Me sentí como quien quiere atrapar y enjaular a un pajarillo y, tras años de espera, señuelos y cebos, descubre que no tiene más que extender la mano y el pinzón se posa en su dedo y no vuela. Apenas se atreve a moverse. Se posa en su mano entero y libre, tontamente confiado e infinitamente valiente. Nunca será más hermoso.