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El enemigo siempre nos empuja más allá de nuestros límites personales, endogámicos, preestablecidos, respecto a lo lejos que llegaremos por Dios: "Hasta aquí voy a amar, hasta aquí voy a poner la otra mejilla" La prueba mata los límites de nuestra humanidad, hasta que nos parezcamos a Cristo en todo Nos queda una elección: parecernos a Cristo o convertirnos poco a poco en hipócritas superficiales: personas enfadadas que han dejado de caminar con Dios, que culpan a los demás de nuestra amargura.