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Buscamos el núcleo de nuestras vidas; nuestra cultura intuye que la escritura, esa antigua actividad, podría ser el camino... El despertar no alimenta las necesidades y deseos del ego; pulveriza el yo. Nuestra sociedad no podría soportar a sabiendas tal reducción, así que nos hemos engañado a nosotros mismos para seguir el mismo camino, pero llamándolo escritura.