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La vocación más noble del mundo es la maternidad. La verdadera maternidad es la más bella de todas las artes, la más grande de todas las profesiones. Aquella que puede pintar una obra maestra, o que puede escribir un libro que influirá en millones, merece los aplausos y la admiración de la humanidad; pero aquella que cría con éxito una familia de hijos e hijas sanos y hermosos, cuyas almas inmortales ejercerán influencia a través de los siglos mucho después de que las pinturas se hayan desvanecido, y los libros y las estatuas se hayan deteriorado o destruido, merece el honor más alto que el hombre puede dar, y las bendiciones más selectas de Dios.