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La única libertad que merece ese nombre es la de perseguir nuestro propio bien a nuestra manera, siempre que no intentemos privar a los demás del suyo, o impedir sus esfuerzos por obtenerlo. Cada uno es el guardián de su propia salud, ya sea corporal, mental o espiritual. La humanidad gana más sufriendo que los demás vivan como les parezca bien, que obligando a cada uno a vivir como le parezca bien a los demás.