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Nada de lo que nos aflige puede calificarse de pequeño: según las eternas leyes de la proporción, la pérdida de una muñeca por parte de un niño y la pérdida de una corona por parte de un rey son acontecimientos del mismo tamaño.
Nada de lo que nos aflige puede calificarse de pequeño: según las eternas leyes de la proporción, la pérdida de una muñeca por parte de un niño y la pérdida de una corona por parte de un rey son acontecimientos del mismo tamaño.