Autores:
  • ¿Piensa asustarme? Arya lo besó donde debía tener la nariz y le arrancó el gusano de la tumba del ojo para comérselo, pero se deshizo como una sombra en su mano. La calavera amarilla también se derretía, y el anciano más amable que había visto nunca le sonreía. "Nunca nadie había intentado comerse mi gusano", le dijo. "¿Tienes hambre, niña?" Sí, pensó, pero no de comida.