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  • Una cosa es cierta: las artes te mantienen vivo. Estimulan, animan, desafían y, sobre todo, garantizan un futuro libre de aburrimiento. Permiten crecer, e incluso lo exigen, en esa etapa de la vida que llamamos madurez, pero en la que con demasiada frecuencia entramos con una fe infantil en que lo que aprendimos en la juventud es suficiente sustento para los años en los que la mayoría de los hombres están mentalmente hambrientos pero no lo admiten, o en los que son propensos a calmar su hambre con los sobornos de la autocomplacencia, la seguridad y la garantía de la muerte.