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  • Ella le miró entonces, pero su imagen se desdibujó tras las lágrimas que se agolpaban en sus ojos. Tenía que irse. Debía salir de esta habitación, porque quería pegarle, como había jurado que nunca haría. Quería causarle dolor por ocupar un lugar en su corazón que no le habría dado de haber sabido la verdad. "Me has mentido", le dijo. Se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación.

    Kristin Cashore (2009). "Graceling", p.146, Houghton Mifflin Harcourt.