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  • Cuando el sol caía bajo el horizonte, Sir Luckless emergió de las aguas con la gloria de su triunfo sobre él, y se arrojó con su armadura oxidada a los pies de Amata, que era la mujer más amable y hermosa que jamás había contemplado. Sonrojado por el éxito, le suplicó su mano y su corazón, y Amata, no menos encantada, se dio cuenta de que había encontrado a un hombre digno de ellos.