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  • Poco a poco, su resistencia disminuyó. Ella sintió el cambio en su cuerpo, la relajación de la tensión, sus hombros curvándose a su alrededor como si pudiera atraerla hacia sí. Murmurando su nombre, se llevó la mano a la cara y la acarició con el hocico, rozando con los labios el cálido anillo de su alianza de oro. "Mi amor está contigo", susurró... y ella supo entonces que había ganado.