Los humanos. Vivían en un mundo donde la hierba seguía siendo verde y el sol salía todos los días y las flores se convertían regularmente en frutos, ¿y qué les impresionaba? Estatuas lloronas. ¡Y vino hecho de agua! Un mero efecto túnel de mecánica cuántica, que ocurriría de todos modos si estuvieras dispuesto a esperar zillones de años. Como si la transformación de la luz solar en vino, por medio de vides y uvas y tiempo y enzimas, no fuera mil veces más impresionante y ocurriera todo el tiempo.