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  • El castillo de Cair Paravel, en su pequeña colina, se alzaba por encima de ellos; delante estaban las arenas, con rocas y pequeños charcos de agua salada, y algas, y el olor del mar y largos kilómetros de olas verdeazuladas rompiendo sin cesar en la playa. Y, ¡oh, el grito de las gaviotas! ¿Lo has oído alguna vez? ¿Lo recuerdas?