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Si puedes pensar en momentos de tu vida en los que has tratado a la gente con extraordinaria decencia y amor, y pura preocupación desinteresada, sólo porque eran valiosos como seres humanos. La capacidad de hacer eso con nosotros mismos. Tratarnos a nosotros mismos como trataríamos a un amigo realmente bueno y valioso. O a un hijo pequeño al que quisiéramos más que a la vida misma. Y creo que probablemente sea posible lograrlo. Creo que parte del trabajo para el que estamos aquí es aprender a hacerlo...