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En realidad, el individuo lleva una doble existencia: una destinada a servir a sus propios fines y otra como eslabón de una cadena, en la que sirve en contra, o en todo caso sin voluntad propia.
En realidad, el individuo lleva una doble existencia: una destinada a servir a sus propios fines y otra como eslabón de una cadena, en la que sirve en contra, o en todo caso sin voluntad propia.