Autores:
  • Fuiste amado porque Dios ama, punto. Dios te amó a ti, y a todos, no porque creyeras en ciertas cosas, sino porque eras un desastre, y estabas solo, y eras hijo de Él o de Ella. Dios te amó por muy loco que te sintieras por dentro, por muy falso que fueras; siempre, incluso en tu condición actual, incluso antes del café. Dios te ama locamente, como yo te amo... como una tía con un poco de sobrepeso, que sólo ve tu maravilla y tu necesidad.

    Anne Lamott (2010). “Imperfect Birds: A Novel”, p.17, Penguin