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La certeza moral es siempre un signo de inferioridad cultural. Cuanto más incivilizado es el hombre, más seguro está de saber con precisión lo que está bien y lo que está mal. Todo el progreso humano, incluso en la moral, ha sido obra de hombres que han dudado de los valores morales vigentes, no de hombres que los han enarbolado e intentado imponerlos. El hombre verdaderamente civilizado es siempre escéptico y tolerante.