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En el esquema externo de las cosas, los momentos brillantes son tan breves como un abrir y cerrar de ojos, y sin embargo de esos destellos está hecha la eternidad: momentos en los que los seres humanos podemos decir "te quiero", "estoy orgulloso de ti", "te perdono", "te estoy agradecido". De eso está hecha la eternidad: de cosas buenas invisibles e imperecederas.