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Los que más hablan de las bendiciones del matrimonio y de la constancia de sus votos son los mismos que declaran que si se rompiera la cadena y se dejara a los prisioneros elegir libremente, todo el tejido social volaría en pedazos. No se puede tener el argumento en ambos sentidos. Si el preso es feliz, ¿por qué encerrarlo? Si no lo es, ¿por qué fingir que lo es?