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A través de todo lo que dijo, incluso a través de su atroz sentimentalismo, me acordé de algo: un ritmo esquivo, un fragmento de palabras perdidas que había oído en algún lugar hacía mucho tiempo. Por un momento, una frase intentó tomar forma en mi boca y mis labios se entreabrieron como los de un mudo, como si hubiera algo más luchando en ellos que una brizna de aire sobresaltado. Pero no emitieron sonido alguno y lo que casi había recordado quedó para siempre incomunicado.