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  • Se quedó dormida, tumbada, con la mano entrelazada a la suya. Su última percepción, antes de abandonar la responsabilidad de la conciencia, fue la sensación de un enorme vacío, el vacío de una ciudad y de un continente, donde nunca podría encontrar al hombre que no tenía derecho a buscar.

    Ayn Rand (2011). “Ayn Rand Novel Collection”, p.2010, Penguin