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Evidentemente, Calpurnia recordaba un domingo lluvioso en el que nos quedamos sin padre y sin maestro. Abandonada a su suerte, la clase ató a Eunice Ann Simpson a una silla y la colocó en la sala de calderas. Nos olvidamos de ella, subimos a la iglesia y estábamos escuchando tranquilamente el sermón cuando un espantoso golpeteo salió de las tuberías del radiador, persistiendo hasta que alguien investigó y sacó a Eunice Ann diciendo que no quería seguir haciendo de Shadrach -Jem Finch dijo que no se quemaría si tenía suficiente fe, pero hacía calor allí abajo.