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Me sentía entusiasmada por ir a la escuela, y eso me asustaba. Sabía que no era el ambiente de aprendizaje simulado que estaba anticipando, o ver a mi nuevo grupo de amigos. Si era sincera conmigo misma, sabía que estaba ansiosa por llegar a la escuela porque vería a Edward Culllen. Y eso era muy, muy estúpido.