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Realmente, un joven ateo no puede guardar su fe con demasiado cuidado. Los peligros le acechan por todas partes. No debes hacer, ni siquiera intentar hacer, la voluntad del Padre a menos que estés preparado para "conocer la doctrina". Todos mis actos, deseos y pensamientos debían armonizarse con el Espíritu universal. Por primera vez me examiné a mí mismo con un propósito seriamente práctico. Y allí encontré lo que me horrorizaba; un zoológico de lujurias, un lecho de ambiciones, un vivero de temores, un harén de odios acariciados. Mi nombre era legión.