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Pero Katie sabía que era un pecado, lo había sabido desde el momento en que tomó la decisión de acostarse con Adam. Sin embargo, la transgresión no era hacer el amor sin la sanción del matrimonio. Era que por primera vez en su vida, Katie se había puesto a sí misma en primer lugar. Puso sus propios deseos y necesidades por encima de todo y de todos los demás.