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Las personas a quienes he otorgado mi más querido amor yacen profundamente en sus tumbas; pero, aunque la felicidad y el deleite de mi vida yacen enterrados allí también, no he hecho un ataúd de mi corazón, y lo he sellado para siempre sobre mis mejores afectos. La profunda aflicción no ha hecho más que fortalecerlos; debería, creo yo, pues debería refinar nuestra naturaleza.