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Una de las grandes tragedias de la educación moderna es que a la mayoría de la gente no se le enseña a pensar de forma crítica. A la mayoría de los pueblos del mundo, incluidos los occidentales, se les enseña a creer más que a pensar. Es mucho más fácil creer que pensar. Rara vez pensamos seriamente en lo que nos enseñan a creer, porque todos somos criaturas de imitación y hábito.