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  • Será como si nunca hubiera existido, me había prometido. Sentí el suelo de madera lisa bajo mis rodillas, y luego las palmas de mis manos, y después se apretó contra la piel de mi mejilla. Esperaba estar desmayándome, pero, para mi decepción, no perdí el conocimiento. Las olas de dolor que antes sólo me habían lamido ahora se alzaron y me bañaron la cabeza, hundiéndome. No volví a la superficie.