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  • El mundo entero era como un palacio con innumerables habitaciones cuyas puertas se abrían unas a otras. Sólo podíamos pasar de una habitación a otra ejercitando la memoria y la imaginación, pero la mayoría de nosotros, en nuestra pereza, rara vez ejercitábamos estas capacidades, y permanecíamos siempre en la misma habitación.

    Orhan Pamuk (2006). “My Name Is Red”, p.407, Vintage