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No tienes que ser bueno. No tienes que caminar de rodillas durante cien millas por el desierto, arrepintiéndote. Sólo tienes que dejar que el suave animal de tu cuerpo ame lo que ama.
No tienes que ser bueno. No tienes que caminar de rodillas durante cien millas por el desierto, arrepintiéndote. Sólo tienes que dejar que el suave animal de tu cuerpo ame lo que ama.