Siempre me han avergonzado las palabras "sagrado", "glorioso", "sacrificio" y la expresión "en vano". Las habíamos oído, a veces de pie bajo la lluvia, casi fuera del alcance del oído, de modo que sólo se oían las palabras gritadas, y las habíamos leído en proclamas que aparecían en los carteles sobre otras proclamas, ya desde hacía mucho tiempo, y yo no había visto nada sagrado, y las cosas que eran gloriosas no tenían gloria y los sacrificios eran como los corrales de Chicago si no se hiciera nada con la carne excepto enterrarla.