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No existe tal cosa como no adorar. Todo el mundo adora. La única elección que tenemos es qué adorar. Y una razón excepcional para elegir algún tipo de Dios o cosa espiritual a la que adorar -ya sea J.C. o Alá, ya sea Yahvé o la diosa-madre wiccana o las Cuatro Nobles Verdades o algún conjunto infranqueable de principios éticos- es que prácticamente cualquier otra cosa que adores te comerá vivo.