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No tengo derecho a llamarme alguien que sabe. Fui uno que busca, y aún lo soy, pero ya no busco en las estrellas ni en los libros; empiezo a oír las enseñanzas de mi sangre latiendo dentro de mí. Mi historia no es agradable, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas; sabe a locura y desconcierto, a locura y sueño, como la vida de todas las personas que ya no quieren mentirse a sí mismas.