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Estos sueños me recordaban que, puesto que deseaba convertirme algún día en escritor, ya era hora de decidir qué tipo de libros iba a escribir. Pero en cuanto me planteaba la cuestión y trataba de descubrir algún tema al que pudiera dar un significado filosófico de infinito valor, mi mente se paraba como un reloj, mi conciencia se encontraba en blanco, sentía que carecía por completo de talento o tal vez que alguna enfermedad del cerebro impedía su desarrollo.