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La fiesta más larga y destructiva jamás celebrada va ya por su cuarta generación y todavía nadie da muestras de querer marcharse. Alguien miró una vez su reloj, pero de eso hace ya once años, y no ha habido ningún seguimiento.
La fiesta más larga y destructiva jamás celebrada va ya por su cuarta generación y todavía nadie da muestras de querer marcharse. Alguien miró una vez su reloj, pero de eso hace ya once años, y no ha habido ningún seguimiento.