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  • Las decisiones más pequeñas tenían repercusiones tan profundas. Una espera de diez minutos podía salvar una vida... O acabar con ella... Una vuelta equivocada por la calle correcta o una conversación aparentemente sin importancia, y todo cambiaba. No era justo que cada vida se definiera, arruinara, terminara y se hiciera por detalles tan aparentemente inocuos. Un acontecimiento importante que pusiera en peligro la vida debería venir acompañado de una señal de advertencia intermitente que dijera ABANDONEN TODAS LAS ESPERANZAS o PONGANSE A SALVO. La broma más cruel de todas era que nadie podía ver las curvas más cerradas hasta que se encontraba al borde del abismo.

    Sherrilyn Kenyon (2016). “Chronicles of Nick”, p.344, St. Martin's Griffin