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  • Se podía echar de menos a alguien, pero no servía de nada obsesionarse con la pérdida. Ojalá tuviera las palabras prontas de un Criador o la capacidad de consolar con un toque suave. Pero no los tenía. En su lugar, tenía puñales y determinación. Eso tendría que bastar.

    Ann Aguirre (2014). “The Razorland Trilogy”, p.188, Macmillan