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  • Si nadie hubiera desafiado nunca la autoridad religiosa, no habría democracia, ni escuelas públicas, ni derechos de la mujer, ni mejoras en la ciencia y la medicina, ni evolución de la esclavitud, ni leyes contra el maltrato infantil o el abuso conyugal. Tenía miedo de cuestionar mis creencias religiosas porque esa era la base de la creación, la mía en cualquier caso. Tenía miedo de cuestionar la Biblia o cualquier cosa que hubiera en ella, y cuando lo hice, fue cuando me involucré con PFLAG y me di cuenta de que mi hijo era un ser humano perfectamente normal y que no había nada que Dios tuviera que curar porque Bobby era perfecto tal y como era.