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Los creyentes en los milagros los aceptan (con razón o sin ella) porque tienen pruebas de ellos. Los incrédulos en los milagros los niegan (con razón o sin ella) porque tienen una doctrina en su contra.
Los creyentes en los milagros los aceptan (con razón o sin ella) porque tienen pruebas de ellos. Los incrédulos en los milagros los niegan (con razón o sin ella) porque tienen una doctrina en su contra.