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Los vástagos de Im miran las estrellas y fabrican relojes que calculan sucesos inútiles, como el ángulo de las garras de un halcón al golpear a su presa. Hacen demostraciones de sus artilugios y todo el mundo se maravilla. Mis hijos se emborrachan, confunden un rebaño de vacas con un regimiento enemigo y los masacran, gritando como locos hasta que todo el ejército entra en pánico.