-
La reina se acomodaba en el borde de la cama, desgarbada por la vacilación y al mismo tiempo exquisita en su gracia, como una garza aterrizando en la copa de un árbol.
La reina se acomodaba en el borde de la cama, desgarbada por la vacilación y al mismo tiempo exquisita en su gracia, como una garza aterrizando en la copa de un árbol.