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  • Alma. La palabra rebotó en mí y me pregunté, como tantas otras veces, qué era exactamente. La gente hablaba de ella todo el tiempo, pero ¿alguien lo sabía realmente? A veces me la imaginaba como un piloto que arde en el interior de una persona, una gota de fuego de ese infierno invisible que la gente llama Dios. O una sustancia blanda, como un trozo de arcilla o un molde dental, que recogía la suma de las experiencias de una persona: un millón de muescas de felicidad, desesperación, miedo, todas las pequeñas perforaciones de belleza que hemos conocido.

    Sue Monk Kidd (2006). “The Mermaid Chair”, p.132, Penguin