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  • A menudo, la respuesta a nuestra oración no llega mientras estamos de rodillas, sino mientras estamos de pie sirviendo al Señor y sirviendo a los que nos rodean. Los actos desinteresados de servicio y consagración refinan nuestros espíritus, quitan las escamas de nuestros ojos espirituales y abren las ventanas del cielo. Al convertirnos en la respuesta a la oración de alguien, a menudo encontramos la respuesta a la nuestra.