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Por mi parte, no me preocupa la muerte, pues todos los hombres son mortales; y aunque soy mujer, tengo tan buen valor para responder a mi lugar como el que jamás tuvo mi padre. Soy vuestra reina ungida. Nunca seré obligada por la violencia a hacer nada. Doy gracias a Dios por estar dotada de tales cualidades que, si me sacaran del reino en enaguas, podría vivir en cualquier lugar de la cristiandad.