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Sin embargo, si queremos conocer a Dios y, por el bien de los demás, contar lo que sabemos, debemos intentar hablar de su amor. Todos los cristianos lo han intentado, pero ninguno lo ha hecho muy bien. No puedo hacer más justicia a ese tema impresionante y lleno de maravillas de lo que un niño puede captar una estrella. Sin embargo, al tender la mano hacia la estrella, el niño puede llamar la atención sobre ella e incluso indicar la dirección en la que hay que mirar para verla. Así, al extender mi corazón hacia el amor de Dios que brilla en lo alto, alguien que antes no lo conocía puede sentirse animado a mirar hacia arriba y tener esperanza.