-
Si la juventud es la estación de la esperanza, a menudo lo es sólo en el sentido de que nuestros mayores tienen esperanza en nosotros; porque ninguna edad es tan propensa como la juventud a pensar que sus emociones, separaciones y resoluciones son las últimas de su clase. Cada crisis parece definitiva, simplemente porque es nueva. Se nos dice que los habitantes más ancianos de Perú no dejan de agitarse por los terremotos, pero probablemente ven más allá de cada sacudida y reflexionan que hay muchas más por venir.