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  • El corazón de Cassidy intentó saltar a través de su piel enseñada y brincar a sus manos mojadas. Pero por fuera todo era muy tranquilo, muy sereno, como siempre, y parecía durar una eternidad, una instantánea de todos ellos en la parábola curva de una línea de salida, ocho corazones gigantes unidos a ocho pares de pulmones como bramidos montados en ocho pares de zancos sobrealimentados. Estaban al borde de un vórtice aullante por el que habían corrido 16.000 kilómetros. Ahora tenían que correr uno más.