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  • La mía es una disposición de lo más apacible. Mis deseos son: una humilde casita con techo de paja, pero una buena cama, buena comida, la leche y la mantequilla más frescas, flores ante mi ventana, y unos cuantos árboles hermosos ante mi puerta; y si Dios quiere que mi felicidad sea completa, me concederá la dicha de ver a unos seis o siete de mis enemigos colgados de esos árboles. Antes de morir les perdonaré, conmovido en mi corazón, todo el mal que me hicieron en vida. Uno debe, es cierto, perdonar a sus enemigos... pero no antes de que hayan sido ahorcados.